Tío Anselmo siempre dice que el acto de respirar se nos ha vuelto tan natural y cotidiano que hemos terminado por pasar por alto lo maravilloso de poseer la capacidad anatómica de llenar de aire los pulmones. Entonces, insiste seguidamente en el hecho de que no hay nada mejor que recuperar el aliento después de haberlo perdido completamente.
Desde pequeños nos introdujo, a Merry, a Pippin y a mí, en el arte de quedarse sin aire. Nos machacó incansablemente la diferencia entre atragantarse, ahogarse y no poder respirar.
- Para atragantarse basta con un pequeño trozo de carne, un grano de arroz o un acceso de risa mientras se bebe un líquido – solía decir. –Para ahogarse, casi siempre hace falta otro. Alguien con el temple suficiente para dejarnos la almohada sobre la cara o la cabeza bajo el agua, la cantidad de tiempo necesaria como para que valga la pena, pero a la vez con la percepción imprescindible para no matarnos o dejarnos estúpidos.-
Pero para Tío Anselmo el verdadero virtuosismo reside en tener la capacidad de generarse a uno mismo y a voluntad, situaciones o vivencias de una fuerza tal que la apnea nos sobrevenga irremediablemente. Lograr por intermedio de un shock, que fosas nasales, traquea y pulmones se cierren completamente durante algunos segundos.
Merry lo consiguió la tarde que descubrió al amor de su vida en brazos de otro hombre. Aunque sabía del engaño hacía un tiempo, decidió aprovecharlo para acercarse a las enseñanzas de tío y dejó que la situación se prolongara. Amaba a Marcia, pero es muy difícil explicar la fuerte influencia que tío Anselmo ejerce sobre nosotros. Fingió desconocer los hechos hasta que ella se sintió lo suficientemente confiada como para llevar a su amante a la casa que compartían. Merry la observó abrirle la puerta semana tras semana hasta el día en que se sintió listo para hacer la experiencia. Y entonces, sigilosamente, entró al vestíbulo, atravesó el living, subió las escaleras y abrió la puerta de la habitación con absoluta decisión y los ojos abiertísimos en dirección a la cama. Aunque había imaginado cientos de veces lo que vería, el sólo hecho de que la pintura se plasmara con tanta violencia ante sus pupilas, produjo exactamente el efecto que tío había descripto. Algo así como un agujero que succiona una enorme cantidad de aire en una sola bocanada e, inmediatamente, estrangula sus puertas para no volverlas a abrir por unos instantes que se convierten en una eternidad. El cuerpo entra en una rigidéz idiota y la mente se vuelve esponjosa. Merry dijo haber recuperado su capacidad respiratoria en aquella oportunidad con un gran grito, profundamente estremecedor.
Pippin, por su parte, fue más físico y no por eso menos valiente. Entró a un bar, tomo unas copas demás, se hinchó de coraje y le manoseó el trasero a la chica de uno de los matones habitués del lugar. Tío Anselmo había dicho claramente que, para que un puñetazo en la boca del estómago produjera un efecto realmente bueno, debía coincidir -dentro de lo posible- con una gran carcajada (producida por el golpeado, evidentemente. Si el golpeador reía o no, eso no tenía importancia alguna)
Pip fue un excelente alumno: luego del manoseo (que él declara haber disfrutado mucho, lo que mejora notablemente la operación) comenzó una pequeña pelea verbal y de empujones. Como su contrincante le llevaba al menos medio cuerpo, Pippin no podía mucho más que insultarlo. Pero cuando el gigante lo tomó del cuello de su camiseta, nuestro bravo hermano supo que había llegado el momento: le escupió en medio de la cara un enorme gargajo verde y se río con la boca bien abierta. Lo que sucedió fue extremadamente parecido a lo descripto por Merry: la bocanada de aire, las puertas que se estrangulan, el cuerpo rígido, la esponja. Pero ésta vez se sumó la característica de que el golpe le produjo a Pippin la sensación de que los ojos iban a salírsele volando de las órbitas. Lo único lamentable es que, al sucederse los hechos posteriores a la apnea tan desordenadamente, Pip no pudo transitar por la recuperación del aire tan limpiamente como Merry. Y lo disfrutó menos.
Yo, que soy la más chica de los tres, sólo he conseguido buenas ahogadas y atragantamientos. Madre me prohibió estos últimos después de haberme llevado a la guardia con una bolita de vidrio alojada a la altura del esternón. Y pidió a Merry y Pipp que, cuando me ahoguen, intenten medir su fuerza masculina y ser delicados porque, debido a que soy mujer, soy un poco más frágil. Pensé en hacer un intento rompiendo el ventanal de la tienda de animales, pero mis hermanos dicen que eso podría tener consecuencias sobre el nombre de nuestra familia. Y, según tío, en el arte de la apnea, el único que debe estar en riesgo es uno mismo.
miércoles, 17 de octubre de 2007
INSTRUCCIONES PARA PERDER EL AIRE.
Publicado bajo presión a las 20:18 3 comentarios
Etiquetas: CON ABSURDA
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