miércoles, 17 de octubre de 2007

ANTON ROCH

Jueves, 11.10 pm.

Antón Roch sube la escalinata de su casa. Abre la puerta de entrada y deja las llaves del lado de afuera con un cartel: “DE TODAS MANERAS NO ES NECESARIO USARLAS, LA PUERTA ESTA ABIERTA”. Cuelga su impermeable en el vestíbulo, coloca el paraguas en el paragüero rojo y se quita los cubrezapatos. En la cocina, llena el dispenser de alimento para gatos hasta el tope, toma un vaso del escurridor de platos y cambia las agujas de un reloj cucú hasta que logra que la parejita de tiroleses que está dentro salga al balcón a darse su pequeño beso mecánico. Un primerísimo primer plano de la muñequita nos dejaría ver el casi imperceptible bigote que tiene dibujado con fibrón negro sobre los labios.

- ¡Prost, freundlichs!

Lleva el vaso al living y lo llena con dos medidas de gin puro. Un gato negro y blanco se frota contra sus piernas.

- Yo también te adoro, inmunda criatura infernal. Y te llevaría conmigo, pero confío en que si esa fuera tu voluntad sabrías mejor que nadie cómo gastarte las vidas que te quedan para acompañarme también en este viaje…

Con el gato entre los brazos, manipula un leño como puede para meterlo en la salamandra, prende el televisor y pone el volumen en cero. Enciende también un Winco viejo pero muy bien cuidado y deja rodar el disco que está puesto. Toma un video de su biblioteca y lo introduce en el reproductor. Marlon Brando grita en una escalinata uno de los discursos de Marco Antonio. Marlon Brando. 1953. De los parlantes de la bandeja de discos sale la voz de Marlene Dietrich.

- You do that voodoo that you do so weeeeeell…

Antón se sienta frente al televisor, inmóvil. [La escena de la escalinata se repite una y otra vez. Brando. Brando. Brando.] Toma una pequeña cápsula de su bolsillo, la abre y vuelca todo el contenido en el vaso de gin. Gira el sillón para enfrentarlo a la ventana desde la que se ve sólo el reflejo de algunas luces en el río. Se envuelve en una manta hecha de cuadrados de crochet de distintos colores y bebe todo el contenido del vaso lenta pero ininterrumpidamente.

- ¡Telón!

Jueves, 11.32 pm.

Antón Roch muere.

Jueves, 6.18 am.

Antón Roch se despierta dos minutos antes que suene su despertador. Abre los ojos y los deja clavados en el techo hasta que se acciona la campanilla. Se levanta despacio, abre las cortinas y acomoda las sábanas esmeradamente. Completamente desnudo, en el baño, se cepilla los dientes murmurando una canción y peina su barba entrecana con un cepillito de nácar. Se viste despacio y cuidadosamente, arrancando algunas bolitas de lana de su chaleco de rombos con las puntas de los dedos. Cuando termina, abre la puerta del placard y se mira en un espejo interno. Se pone un sombrero de fieltro con un estampado escocés, toma su bastón con cabeza de mono, sonríe y se guiña el ojo.

- Hoy es tu día de suerte, Antón Roch. ¡La grande finale!


Jueves, 9.03 am.

Antón Roch baja de su Volskwagen Split Window Era del ‘48, rojo, se mete en un edificio y sale 7 minutos después, con la mano izquierda en su bolsillo.

Jueves, 12.37 pm.

Antón Roch almuerza en el parque. Despliega un mantel a cuadros naranjas y amarillos, recoje unas flores que pone en una pequeña botellita de vidrio azul y saca de una canasta de mimbre una serie de platitos repletos de delicatessen: pepinillos en vinagre, ciervo ahumado, pasta de salmón, chucrut, pan con grasa, cerezas, queso brie, parmesano en lajas, arándanos, pequeñas albóndigas de cerdo, batatas con miel, aceitunas griegas. Descorcha una botella de Cheval Blanc 1947 y coloca en el centro del mantel una cajita de música que, al abrirse, hace girar una bailarina.

Jueves, 4.00 pm.

Antón Roch entra en el Casino Tigre. El guardia lo saluda por su nombre. También la encargada del guardarropa y el cajero.

- Antón, siempre un gusto tenerlo por la casa.
- Esperemos entonces que la casa me dé un gusto hoy...
- ¡Bueno! Jugando ésta cantidad sería un grave problema que no se lo diera… ¿Qué pasa hoy, algún evento especial?
- Es mi día de suerte.
- Eso espero. ¿Un tercio, un tercio y un tercio, como siempre?
- No, querido Víctor, los días de suerte piden sólo fichas de mil.
- Serán de mil entonces. 10 por acá, 10 por acá y 10 por acá. ¡Buona Fortuna!
- Danke, mon cher!
- Bitte! A tout a l’heure!

Jueves, 5.36 pm.

Antón Roch coloca 28 fichas de mil pesos sobre el número 17. La ruleta gira y la pelota cae en el número 17. Antón Roch acaba de ganar un millón ocho mil pesos. Entre comentarios, risas y murmullos del resto de los jugadores, abraza al croupier, que intenta conservar la distancia. El encargado de salón lo acompaña a una de las oficinas internas del Casino, donde se debe cumplir con una serie de procedimientos para el endoso de un cheque por una suma tan importante de dinero. El cuerpo enjuto y veloz de Antón se mueve por los pasillos como si los conociera de toda la vida. Todos lo felicitan. Y él no hace más que sonreír.

- ¿A nombre de quién endoso el cheque, señor?
- Al portador, por favor.
- ¿Cómo?
- Al portador, por favor.
- Permítame decirle que…
- Es peligroso, lo sé. Pero no tengo otra alternativa.
- El señor puede endosarlo a nombre de quién desee…
- No sé el nombre de quién deseo, mi querido amigo. No tenga miedo por mí y endóselo al portador, por favor. Considérelo una maña de viejo.


Jueves, 7.45 pm.

Antón Roch estaciona frente a la bombonería “Maison Lion d’Or” y entra. Alrededor de 10 minutos después sale, sin ningún paquete, y se mete velozmente en su auto.

Jueves, 7.58 pm.

Un empleado sale de la “Maison Lion d’Or” con un papel en la mano. Corre hasta la esquina y mira a ambos lados, buscando a alguien. Corre hasta la esquina opuesta debajo de la lluvia y se queda unos minutos mirando a su alrededor, pero no encuentra a nadie. Es joven y hermoso. Mira una vez más el papel que tiene en la mano y lo guarda en el bolsillo de su pantalón. Se desabrocha el moño dorado y el último botón de la camisa. Suelta una risa nerviosa. Se toma la cabeza y se agacha. Vuelve a incorporarse y patea una columna de luz. Otro empleado sale a buscarlo y mantienen una pequeña conversación. El primer empleado intenta componerse y convencer al segundo empleado de que todo está bien. Ambos vuelven a entrar en lo bombonería.

Jueves, 7.58 pm.

Apenas asomado a la ventanilla de su auto, Antón Roch mira toda la escena del empleado de la “Maison Lion d’Or” con una sonrisa de niño.

- Te vuelvo todavía más bello, mi querido cachorro de león de oro. Te regalo viajes a Ibiza y a Cannes. Te visto con camisas de seda italiana y te compro un auto descapotable para que te mates en la ruta dentro de seis años, justo antes de que Apolo empiece a abandonarte. Eso es lo que hago, si es que te lo estás preguntando, porque hoy es mi día de suerte. Sin que lo sepas, hermoso fauno vendedor de chocolatines, te convierto en mi pequeño Brando. Sos mi regalo. El último gran regalo que se hace este viejo descarriado.

1 comentario:

Unknown dijo...

Quisiera saber por qué el nombre del protagonista es Antón Roch. Coincide con el de un compositor español del siglo veinte sobre el que estoy trabajando. ¿Es casualidad?